Editá por el Mundo

Tu oficina
no tiene fronteras

Soñar no alcanza. Cada excusa retrasa la vida que decís querer.

“Es indescriptible lo útil y pedagógico que es este video! Me recontra ayudó! Muchísimas gracias!”

Gonza, editor

Nunca encontré el trabajo perfecto.
Lo tuve que crear.
Preferí fallar intentando, que morirme con la duda. Vos podés. Dale.

– Rebel

mi Historia

Conociendo a Rebel

¿Nunca sentiste que estás perdiendo tu vida todos los días haciendo algo que no te gusta?

Bueno, me pasó algo parecido.

Trabajaba en una gran empresa, tenía una muy buena posición, estaba a cargo de un grupo de personas, había viajado al exterior en reiteradas ocasiones gracias a la empresa, pero me sentía horrible.

Siempre sentí adentro mío como una rebeldía contra el sistema. 

Pensaba: ¿Acaso no es esto lo que supuestamente hay que hacer en la vida laboral?

“Conseguir un trabajo en una gran empresa y llegar lejos”. ¿Por qué carajos me siento tan mal?

¿No debería sentirme feliz? ¿Por qué los domingos a la tarde / noche son una tortura para mí?

Estuve así un largo tiempo, con dudas existenciales, sintiéndome vacío y triste.

Esta foto me la saqué encerrado en el baño de mi trabajo para recordarme lo miserable que me sentía ese día.

Un día estaba trabajando normalmente y empecé a sentir un nudo muy fuerte en mi garganta y una angustia tan profunda que literalmente me empujaron a encerrarme en el baño a llorar.

Empecé a llorar con mucha angustia. Me sentía miserable.

Simplemente no era feliz en ese lugar.

Sentía que estaba perdiendo mi vida dentro de esa empresa haciendo algo que no me gustaba.

Este no era el propósito de mi vida, en absoluto.

Recuerdo mirar a las personas con muchos años de antigüedad en la empresa jubilarse y yo me decía a mí mismo: “Yo no quiero ser como ellos. No quiero esto para mí”

Pero ¿Cómo llegué a este punto?

Unos años atrás, después de cumplir 30 años, me empecé a hacer preguntas.

¿Por qué trabajo de esto? ¿Por qué elegí esta carrera? ¿Quiero a mis 40 años estar en este mismo lugar?

Cuando tuve que responder esas preguntas simples y al mismo tiempo complicadas, créeme, las respuestas no me gustaron para nada.

Recordé mucho la frase de Steve Jobs:

“Si hoy fuera el último día de mi vida ¿Querría hacer lo que estoy a punto de hacer hoy?

Si la respuesta es ‘no’ por muchos días seguidos, sé que tengo que cambiar algo.”

Sabía que tenía que cambiar algo

Me di cuenta que estaba viviendo la vida de otros querían para mí.

Había dejado que las opiniones de los demás influyeran en mi vida más que mi propia opinión. Y eso fue suficiente para mí.

Fue mi culpa por dejarlos. Entonces me hice preguntas un poco más agradables e inspiradoras: 

¿Puedo vivir de lo que me gusta? ¿Puedo despertarme en un trabajo que me apasione hacerlo?

Cuando estaba en esta etapa de encontrar esas respuestas, incorrectamente las buscaba en otros, y me decían:

“Es lo que hay.” “De algo hay que vivir.” “Hay que pagar las cuentas” “Primero recibite y después te dedicás a lo que te apasiona

Y yo decía:

No puede ser que todos los días de nuestras vidas nos despertemos a hacer algo que no nos guste. No lo creo. No lo quiero.

Muchos revoleaban los ojos como diciendo: – Este 🤡 se cree que vive en una película.

El cambio

Durante 15 años trabajé en relación de dependencia. Y un día en particular sonó el despertador y literalmente dije:  – No quiero levantarme de la cama…no tengo ganas de ir a vivir mi día…

Ahí dije…suficiente. No puedo vivir así. Etapa cumplida. Se terminó.

Ese mismo día, fui al trabajo y renuncié.

Me preguntaban -¿Y a qué empresa vas?

-A mi empresa.

Años antes de ese día en que renuncié, me la pasaba estudiando las cosas “que me gustaban” en lugar de estudiar las cosas que “tenía que estudiar”.

Aprendía sobre cámaras, compraba cursos de edición, miraba tutoriales en YouTube de Premiere Pro, After Effects, Blender, Photoshop, etc.

Consumía información sábados, domingos, feriados, no paraba.

Era una máquina como Neo, en Matrix  Ⅰ.

Porque cuando haces lo que te gusta, no importa cuál es el día de la semana.

Me di cuenta que ese era el camino para la libertad que tanto estaba buscando.

Todo lo que ganaba en mi trabajo ‘formal’ lo gastaba en equipos. Lo pagaba como podía.

Y así empecé a ofrecer servicios como filmmaker y editor a empresas corporativas y a artistas.

Luego de un tiempo de hacer esto paralelamente a mi trabajo de oficina, renuncié a la empresa y a la carrera que estaba estudiando que nunca elegí yo.

El resto es historia

En esta última foto estoy editando en Asakusa, Japón.

Mis ingresos se dispararon por las nubes. Tengo clientes por todo el mundo, pero eso no es tan importante (bueno un poco sí, je) lo que realmente marca la diferencia es que ahora soy más que millonario, porque soy feliz de verdad.

¿Y sabes qué? Esto sí lo elegí yo.

En ese momento de angustia y depresión, Dios me estaba diciendo:

“Expandí tu mente, tu oficina no tiene fronteras.”

¿Y sabés qué? Si yo pude hacerlo, vos también podés.

Gracias por leerme.

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